miércoles, mayo 16, 2007

CRONICAS DE GAIA #4

El pasillo era oscuro y bastante húmedo; la temperatura descendía con rapidez y nuestros pies y manos empezaban a entumirse. Al cabo de un rato de andar casi a tientas comenzamos a ver una leve claridad adelante, una especie de resplandor azulado que se difuminaba en una suave niebla que reptaba por el piso y nos acariciaba los dedos como si fueran dedos espectrales. Avanzando un poco más nos percatamos de una serie de zumbidos y otros sonidos intermitentes y agudos, pero nada de voces, o en su defecto, los escalofriantes chillidos y gruñidos guturales de los demonios.
En la poca luz del pasillo nos miramos unos a otros y sin palabras acordamos seguir e internarnos en la luz y así lo hicimos, Krhol y Mithro fueron primero y yo entré junto con Ielenia y detrás de mí Lucian.
Adentro la temperatura era todavía mucho más baja, casi congelante como una mañana invernal, una delgada capa de escarcha cubría todo y punzaba como pequeñas agujas las plantas de nuestros pies. La habitación era enorme y nada parecida a algo que hubiésemos visto antes. Grandes estanques de líquido verde transparente se encontraban en largas hileras, pero a parte de eso, todas estaban vacías… con excepción de una.

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