lunes, mayo 07, 2007

CRONICAS DE GAIA #1

Ha pasado mucho tiempo desde que mis manos tomaron un lápiz para escribir… de hecho mis dedos están entumecidos y torpes y muchas de las palabras que pienso no se como plasmarlas en el papel de este viejo y roído cuaderno.
Hasta hace un par de días, me encontraba sumido en la mas profunda de las tinieblas, habitaba casi inerte en una pesadilla sin fin, como un ser sin alma, atado de carne y mente a un muro de roca, esclavizado.
Era prisionero en esta enorme he infinita caverna que es el infierno mismo.
En otra era, en otra vida, yo fui un guerrero, altivo y glorioso; líder de las huestes Citadelinas que luchaban contra los invasores demoníacos por la liberación de Gaia, el día en que las tinieblas cubrieron el cielo y la muerte cayó sobre el mundo, y no hubo esperanza.
Luego de eso todo fue ira, frustración, tinieblas y luego la nada, bueno, por un tiempo… porque la pesadilla no tardó en comenzar.
Los demonios nos trajeron prisioneros aquí, y nos usaron como conejillos de india para sus sádicos experimentos. Nos mantenían sedados y atados a máquinas extrañas que se introducían dolorosamente en nuestros cuerpos, y nos inducían macabras y enfermizas visiones directo a nuestras mentes, en sucesión interminable de sufrimiento y agonía. Cada vez que nuestro conciente despertaba, solo el deseo de morir nos mantenía vivos… pero la muerte era un lujo que solo unos pocos afortunados lograban.
Los demonios frecuentemente nos sacaban de las celdas y nos llevaban a una arena de combate, donde éramos forzados a pelear hasta el cansancio. Irónicamente, los triunfadores, eran llevados a secciones de la caverna donde extrañas maquinas separaban su carne y huesos de su alma, y por fin podían descansar en paz… y los perdedores solo regresaban al confinamiento.
Hace un par de días, una luz extraña se filtro en la espesa penumbra de mi celda y como por arte de magia me liberó de mis ataduras. Nunca hasta ese momento me di cuenta de que en la celda había otros prisioneros como yo.
Libres por fin de las ataduras y sondas, pudimos hablar unos con otros… de diversas razas eran los compañeros, un medio orco, una muchacha y un hombre elfo, un enano y yo humano. Todos habían luchado en ejércitos de sus pueblos durante la gran guerra. Ahora, debíamos unirnos para escapar y buscar a nuestra gente. Queríamos saber que había ocurrido con nuestros pueblos, familias , amigos y reyes en este tiempo que estuvimos esclavizados. Nos parecía que nuestra estadía aquí había sido una eternidad y no sabíamos que clase de mundo encontraríamos afuera, o si podríamos salir con vida.
Para comenzar, estábamos casi desnudos, y solo teníamos nuestras manos y habilidades de lucha para protegernos mientras que los demonios…
Durante horas anduvimos por los laberínticos pasillos de la prisión. Las paredes estaban iluminadas por diminutas lucecillas rojas que parpadeaban como los ojos de tímidas criaturas de la noche. Llegamos a lo que creímos era la salida del calabozo y en ese lugar tuvimos una lucha encarnizada con dos pequeñas y enfurecidas criaturas que en nuestra desesperación, logramos descuartizar con nuestras manos, lo cual para mi, fue extrañamente satisfactorio.
Una vez concluido este encuentro salvaje, nos encontramos con los que parecía ser la puerta de salida. Sin embargo el paso no era del todo libre, pues una clase de membrana gelatinosa y translucida de varios metros de espesor bloqueaba el camino. Decidimos atravesar la membrana, sosteniendo la respiración e introduciéndonos en el material viscoso. Todos juntos avanzamos lentamente a través de la barrera y justo cuando la mayoría nos encontrábamos a medio camino, la gelatina que nos rodeaba comenzó a moverse y a ejercer una enorme presión sobre nuestros cuerpos, era alguna especie de ser viviente, una trampa diseñada para evitar la salida de incautos fugitivos. Intentábamos avanzar con todas nuestras fuerzas, pero la resistencia que ejercía la gelatina era tremenda, constriñendo fuertemente nuestros músculos y penetrando nuestros oídos y boca. Con gran dificultad logramos salir uno a uno y al final la mujer elfo necesitó la ayuda de los demás para poder salir.
Nos encontramos entonces ante una gigantesca cueva, de varios cientos de metros de ancho; en las paredes, había lámparas que brillaban apenas lo suficiente como para distinguir la dirección en la que continuaba la enorme cavidad mas no dejaban ver el techo de la cueva que era un manto oscuro sobre nuestras cabezas.
Decidimos que lo mejor era avanzar lo más rápido que pudiésemos, pero nuestros músculos aun estaban entumidos por las sustancias que los demonios introdujeron en nuestras venas para aturdir los sentidos. Poco a poco, empezamos a romper el hielo y nos hablamos con sinceridad y camaradería por primera vez, diciéndonos nuestros nombres y contando pequeños fragmentos de nuestras historias personales. Lo que en otra vida pudo ser un heterogéneo grupo de seres, capaces inclusive de odiarse y matarse mutuamente, era ahora una singular compañía con objetivos en común… la libertad y la venganza.
Al cabo de un rato de caminar, llegamos a una edificación construida en medio de la cueva que impedía por completo el paso. Solo había una entrada y por allí decidimos entrar.
El interior del edificio estaba vacío de habitantes, para nuestra suerte. Sin embargo, el lugar ya era suficientemente escalofriante y lo que vimos nos provocó gran pesar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena la pagina mae. Las historias despiertan la curiosidad lo sificiente para seguir leyendolas.

Cool!!!!!